sábado, 8 de diciembre de 2012

La Bandización: una ekivocada salida a los conflictos internos de Univalle





La importancia de particularizar a la hora del “deskite”

   Un vigilante —o algunos, si se prefiere— no es la vigilancia o la seguridad institucional universitaria; un acto —o episodios de actos— no definen una política de acción administrativa. Pretender que lo sea es tanto como estar de acuerdo con que los estudiantes univallunos son asesinos de un esmad. A lo mejor tal es una mentalidad gendarme; entonces, y condimentando el exabrupto de hipótesis, diríase,  una mentalidad gendarme gobierno-israelita —aprovecho la ocasión— echaría la bomba, en aras de deskite, en la ciudad universitaria Meléndez, con la seguridad o esperanza de que en el bombazo, entre las decenas o los cientos de muertos cae el asesino. Y si no cae, ké importa, ¡deskite!

    El bombazo suelto por unos compañeros en su editorial de la revista CONTRASTANDO (Edición #5 del 30 de noviembre de 2012) sobre “los vigilantes de Univalle” cobra —o pide ke paguen— varias víctimas. Dudo mucho ke tal haya sido la intención del “comité editorial” de esa revista. Resalto de estos compañeros la actitud frentera para decir las cosas y su ánimo de denuncia, pero me aparto de la forma en ke lo hacen y de las imprecisiones en las ke, creo, incurren. Resalto también ke niegan, por mencionar algunos ejemplos, tengo muchos, la infausta labor de la vigilancia y de vigilantes en particular a la hora de respaldar en tropeles al estudiantado, incluso oponiéndose al propio tombo; desconocen o niegan la labor de apoyo a estudiantes en los días críticos de audiciones de los viernes, yo mismo he visto como tolerarn ofensas, improperios, amenazas y hasta agresiones físicas. Si hay algo ke fustigar, y lo hay, a la vigilancia univalluna, digo ke es mucho más lo ke hay ke destacar honrosamente. Luego, al fustigar, el acierto, incluso si se trata de condenar, consiste en buena parte en señalar clara, directa y particularmente al responsable. Y si hay ke cuestionar una política, como tal, del cuerpo institucional, habría ke apearse de argumentos sólidos, contundentes, reales y con pruebas, tanto como en lo particular. De lo contrario, la denuncia y el clamor por la justicia palidece como simple acto reactivo, ofensivo, destructivo, muy contrario a principios de fraternidad, solidaridad y comunidad.

De la gravedad de los hechos: “un ladronzuelo”, una estudiante “agredida”, una ofensa akí, otra allá...; a la forma de asumir los conflictos

    No juzgaré la gravedad de los hechos, narraré algunos, según me enteré. Menos diré la verdad, o la mentira,  de los mismos, contaré lo ke se, a riesgo de estar mal informado o de ekivocarme.

    “Ladronzuelo”, es el término peyorativo con el ke la antedicha editorial (de Contrastando) refiere un hecho acaecido hace menos de un mes, cuando un sujeto ajeno a la Universidad ingresó en altas horas de la noche, de forma oculta, a la Cafetería Central, con extrañas —además de robar, robar es común— intenciones ke son materia de investigación. El “ladronzuelo”, reporta la policía, tiene en su prontuario un “picadillo” de humano a cuchillo “mataganao”. Probablemente sea un “ladronzuelo”, pues, ke no sepa robar, pero al parecer sí sabe usar un cuchillo, mismo con el ke sometió y ató a un vigilante que por fortuna logró liberarse, dar aviso a sus compañeros de turno y, sobre todo, salir ileso físicamente. Aprovecho para sugerir a sus compañeros, colegas y demás, abstenerse de emitir ciertas bromas respecto al episodio, en lugar de ello brindarle el apoyo ke se supone es preciso. El “ladronzuelo”, asesino con cuchillo, está, como dicen los medios noticiosos serios, a disposición de las autoridades competentes, gracias a la presta reacción del turno de vigilancia.

     Hace también casi un mes o un poco más, se dio a conocer una “agresión” (las comillas son mías, porke tanto he obtenido versión estudiantil como versión vigilancia, dispares, como es de esperarse, sin, aún, lograr discernir la afamada “verdad”) por parte de un vigilante a la entrada principal de Univalle sobre una estudiante. A pesar de ke ambas partes en conflicto, vigilante y estudiante, estuvieron—no se si aún lo estén— de acuerdo en sentarse a dialogar en procura de acordar una convivencia fundada en el respeto; la parte mediadora, de la ke haría parte Sintraunicol, estudiantes, profesorado y administración, y ke se mostró interesada en un principio, no ha tenido tiempo para instalar esa mesa de diálogo. Hay que insitir en éste tipo de mecanismos de resolución de conflictos, hay ke sacar el tiempito. Insistir en ello, en lugar de atizar la confrontación ke postula, insospechadamente o no,  bandos al interior de la Univalle. No creo propicio para un tratamiento del conflicto ke el respaldo a la compañera estudiante o al compañero vigilante, se canalice vía sectorización entre ideologías, profesión, pareceres, opiniones, conductas, actitudes u otros en los ke la otra persona o parte sea negada, aminorada o acallada. De tales cosas resulta la bandización, ke, por ejemplo emerge al pensamiento cuando leo cosas como “omnipotente vigilante” (Contrastando). En un decir, ¡nosotros los buenos, ellos los malos!

      Una ofensa akí, otra allá. Claro está ke cada uno de estos hechos y otros no bombeados, como el asedio a las personas tenidas por “desechables”, “chirris”, “vagos”, “viciosos”..., es decir a akellas personas ke “sí se les puede patear” porke ya no son vistas como depositarias de derecho alguno porke son “desechables”, “chirris”...; deben ser, no “repudiados”, “repudiamos” dicen los gobernantes cuando a hablar mierda los medios les llaman, deben ser, sugiero, conocidos, reconocidos como flagrantes violaciones de derechos humanos y, en tal sentido, tratados. Pero no tratados con el fervor del orgullo vacuo ke encuentra en el deskite, la venganza, el resarcimiento, produciendo la “trampa del espiral de la venganza”, como acertadamente lo denominara el profesor Federico Perez B. en su publicación periódica (de los escasitos profes ke se dignan escribirnos); sino con la pausa rekerida para CONOCER, RECONOCER Y TRATAR. EL cómo ejecutar estas fases del trabajo en torno al conflicto cotidiano, principal e inicialmente, ese ke llega a generar masa crítica gestando una escalada del mismo, es tarea de todos y todas en comunidad; ¿o de la ley gendarme? p.

POSDATA: ¿Ké habría sido del país si a don Pedro Antonio Marín le hubieran devuelto las gallinas robadas ke fue a reclamar a una inspección de policía en Génova-Quindío hace más de media centuria?
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