domingo, 15 de junio de 2014

Dos felicidades y un sacrificio (cuarta puñalada a elPapanatas)

O del sábado 14 y del domingo 15 de junio de 2014



(La tercera puñalada fue la de haber aceptado el cargo como representonto al Concejo del Instituto de Educación y Pedagogía-IEP- de la Universidad del Valle, luego de ser elegido. Era previsible ke aceptara).

Suele decirse: "no se comparan...", o "no hay punto de comparación", o "ni comparación", o en fin,  para referir lo absurdo de comparar dos cosas que se nos presenta a los sentidos y al intelecto bastante distantes entre ellas por uno u otro factor o características respecto de esas cosas. A continuación ensayo el parangón entre la felicidad que causa el triunfo de la selección Colombia en el mundial de fútbol y la provocada por el triunfo de uno de los candidatos a la presidencia. 

Antes de meterme de lleno en el asunto, entro en algunas tergiversaciones extractadas de la teoría comparativa. Una: sólo son comparables dos cosas (o más) si presentan aspectos similares. Dos: la similitud de las cosas a comparar debe ser tal que no sea factible decir de ellas (por lo menos en principio) que "son idénticas." Asimismo, su similitud no puede ser tan escasa que sea dable decir de esas cosas que "no se parecen en absoluto". En ambos casos, las conclusiones de la comparación resultan, de tan obvias desde el principio de la observación comparativa, absurdas y en tiempo y esfuerzos perdidos. Tres, y última: al comparar es necesario demarcar no sólo cuáles cosas comparar, sino qué aspectos, características, factores de las cosas a parangonar se estudiaran. Suficiente.

Cual es, entonces, el punto de comparación de dos cosas aparentemente tan distintas como la selección y el presidente que cuando mucho tienen de similar el apellido "de Colombia"? O, entonces (también), son tan comparables que incluso tienen el mismo apellido?

Pues son comparables, precisamente, entre otras cosas, por la posibilidad de dar desarrollo a ambas cuestiones que, yendo en sentidos opuestos, arrojan conclusiones del tipo: diferencias, en el primer sentido, y similitudes, para el segundo. Comparar es pues, definir similitudes y diferencias e implicaciones entre estas de entre varias cosas.

Por lo anterior, es explicable la intención de comparar las felicidades causadas por los triunfos de la selección Colombia del 14 y del candidato electo presidente del 15 de junio de 2014.

Casi que se puede afirmar que todos los colombianos resultaron con tal alegría que sintieron la felicidad de ser colombianos por el marcador 3-0, ganando la selección Colombia a la de Grecia. Pero no todos. Algunos perdieron dinero con ese triunfo, otros les fue indiferente y otros más decidieron aplazar la posible felicidad hasta el esperado triunfo de su candidato el domingo 15. De estos últimos, entre los que me cuento, algunos (entro los que no me incluyo) invocaron "patria", haciendo correspondientes la victoria deportiva con la victoria electoral de su candidato "patriota".  El triunfo de la Selección fue hecho coincidente con los más depurados valores nacionales representados en su candidato, según sentires y anhelos de quienes iban por uno u otro aspirante a la presidencia.

Mi presunción, que podría ser inscripta en un enfoque psicoafectivo , sobre por qué alguna porción de los votantes por Santos lo hicieron por eel, establece esta conducta como consecuencia del triunfo de la Selección, que produce una atmósfera de "todo está bien", "vamos por buen camino", luego, "hay que seguir así", "reelijamos al presidente". En consecuencia, he aquí una plausible elucubración del porqué algunos uribistas, "patriotas" ellos!, no estarían felices por los goles del sábado 14 de la Selección. Obviamente, mi elucubración calaría de hipótesis con la reelección,  de lo contrario, cuando mucho, resulte en un disparate con algún flojo fundamento.


Domingo 15 de junio de 2014, marcando maluco.

Ahora bien, si aceptamos la observación respecto del comportamiento humano de que un estado de felicidad implica una cuestión subjetiva valorativa que puede o no parecer o ser racional, el lunes podré estar estúpidamente feliz y comer futbol por el resto del mes y, dependiendo de los goles de la Selección, por el resto de mi vida, indiferentemente de quien putas resulte electo el d-15. O estaré tristemente alegre porque no bastaría ni siquiera que la Selección Colombia sea Campeón del mundo, por un eventual gobierno de Zuloaga. Dolorosamente, en un estadio así (no de fútbol, sino de gobierno con las patas), auguro que mas fácil resultaría que nuestra Selección repitiera semejante hazaña, antes que logremos vivir en una casi maldita paz, tanto como nuestra guerra. p.

Posdata:

Mi tercera puñalada: mi mano es la de la foto.
T. Mann me diría que estoy viviendo, que todo bien.
Pongo punto final a este texto en frente del tv, a76 minutos del partido Ecuador-Suiza, que va 1-1.