jueves, 23 de enero de 2014

lunes, 20 de enero de 2014

PROFESOR OSCAR, TE SEMBRAMOS…



Sobre la tierra profanada por las manos criminales, ahora crece un árbol.

     En un lugar a la vera de un camino vecinal en predios de la finca “Quesada”, a un kilómetro antes de llegar a Jamundí, por la vía “Cañasgordas”; funcionarios, profesores, estudiantes, amigos y familiares del profesor Oscar Sierra, el pasado 12 de enero del presente año, plantamos varios árboles en el sitio donde los asesinos del profesor enterraron sus despojos mortales.
    El acto, a modo de homenaje, cumple un triple propósito. Por una parte, mantener por encima de todo la ponderación de la vida como máximo valor, que se sobrepone, inclusive, a la fatalidad; en segundo término, forjar un sentido de memoria que trasciende a la muerte y, finalmente, por decirlo de alguna manera, desagraviar la tierra objeto de tal profanación criminal.
  Se trató de un sencillo y cálido tributo a nuestro querido profesor Oscar, en honor a su vida. Del mismo modo y desde ya, convocamos a un ENCUENTRO EN COMUNIDAD EN TORNO A SU MEMORIA Y POR LA VIDA, a llevarse a cabo el 19 de febrero, en el nuevo parque “Oscar Sierra”, entrada del IEP, desde las 9:00am.
   Es necesario fortalecer  el sentido de comunidad univalluna, máxime en momentos de dolor y tristeza. Encontrémonos fraternalmente para que sea la vida la que germine, esa que seguiremos sembrando.

INFO:  SINTRAUNICOL, GEPU y elpapanatas1@gmail.com

domingo, 19 de enero de 2014

La productividad de la violencia en la construcción de Universidad

Cuando en medio de una comunidad las personas se van a los golpes, no basta el recetario discursivo de "oposición rotunda a todas las formas de violencia..." No, si de persistir en la construcción de comunidad se trata. Es necesario optar por una canalización de la violencia sin pretender extirparla.


   Casi al último viernes de diciembre ke estuvo abierta la universidad, se suscitó una situación bastante delicada ke degeneró en confrontación física y violenta entre personal de la vigilancia de un lado y, presuntamente, estudiantes o visitantes del otro.

   La diferencia se presenta en torno a la intención de kedarse a pernoctar de los presuntos y la oposición a esta por parte del cuerpo de seguridad universitaria. Insisto en el término "presuntos" porke desconozco kiénes fueron los involucrados de este lado.

   Pero no me centraré en ké provocó el exabrupto. Pienso ke es más producente, en el sentido de construcción d comunidad, por el ke de antaño vengo insistiendo, reflexionar sobre el trámite de nuestras diferencias en nuestro contexto univalluno.
 
   En principio, siempre he creido cuestionable aquella pretensiòn, loable por demàs, de injustificabilidad de la violencia. El Estado, por ejemplo, se abroga el derecho exclusivo de empleo de esta, bajo el imperio de la legalidad; la sociedad, los ciudadanos y la persona inerme en su individualidad, en la vida cotidiana, suelen ser fiel rèplica de tal institucionalidad aupada, deliberadamente o no, desde el Estado mismo. Akì encuentro una fuerte, no la única, motivaciòn, entonces, de oposiciòn a la adopciòn de la violencia como derrotero principal para nuestra conducta personal, colectiva, universitaria, ciudadana, social. Oponerse a la remisiòn violenta, tal parece, es, en suma, una oposiciòn certera a una fuente muy importante de violencia como son akellas formas deplorables estatales. No entraré a hacer una lista discriminada sobre cuàles formas estatales actuales son deseables (pocas, de haberlas) y cuàles no, en la forja de comunidad, nación, pueblo, etc., y más: de fraternidad, paz, solidaridad, amor.

   Ahora bien, al poner la duda sobre la pretensión de injustificabilidad del uso de la violencia como cuota expedita para resolver conflictos, entraño la posibilidad de que en cierto contexto, circunstancial, de situaciones específicas y con ciertas condiciones prácticas, la violencia se estime como salida o medida conducente hacia la resolución de ciertas diferencias ke se presentan insolubles en el disolvente de la palabra alternada entre las partes confrontadas.

   Con lo anterior intento sugerir un marco conceptual para la cuestión específica a propósito del enfrentamiento entre las personas de (o en) nuestra comunidad univalluna. Esa cuestiòn principal ke debería conducirnos al acto de clausura de la violencia, al menos y como primera medida, física, como "propia" del tràmite de nuestras diferencias en nuestra comunidad universitaria (y en cualkier otro entorno social), no es otra ke la de meditar sobre: ¿FUE LA MEJOR OPCIÓN? ¿Es la violencia una opción? La pregunta es tan pertinente ke lo primero ke hace un sujeto violento (por su acto circunstancial, no refiero una esencia de alguien en este sentido) es justificarse y justificar ante su comunidad, o trata de hacerlo, regularmente en pretérito, el uso de la violencia de la ke ha hecho víctima a sí mismo y a alguien más: "yo reaccioné así porke él me pegó primero.."

   Si bien es cierto ke hay mentalidades-intenciones individuales, grupales ke inscriben en la piedra (espero ke sea caliza) de sus corazones el uso de la violencia contra otros, opuestos a sus objetivos e intereses, resultando destructivas; también lo es que el desdeñarla ante cualkiera y toda situación, al decir desde una mentalidad-intención de corazón de peluche-kiut, regularmente resulta en un burbujeo cristalizado en el ke tal esta ùltima mentalidad se realiza o desea hacerlo sin aportar nada constructivo, antes bien resulta connivente con las posibles injusticias. La realidad no es ni piedra toda, ni de peluche toda.

   Así pues, tanto la remisiòn como la desvirtuación per se de la violencia resulta contraproducente a la construcción de comunidad. En el primer sentido porke evita el reconcimiento, entendimeinto y encuentro con el otro (con el ke se supone la construcción también), en el segundo sentido, porke presupone una totalidad idílica en la ke las condiciones de diferencias enfrentadas específicas no se diferencian, ni por contextos sociales, culturales, històricos, de inclinaciones personales, prácticos, etc.

   Los tiempos de violencia y diálogo suelen ser distintos. Nadie necesita un dechado de razón para lanzar el primer golpe y, mucho menos, "estar en lo cierto". Kién puede sugerir un diálogo inteligente en medio de una pelea de borrachos o drogos, o casi lo mismo al tenor de sus intenciones de hacer daño, en el tronar de explosiones y balas de una batalla. El diàlogo y la violencia (física, no trato de las otras por el momento) tienen sus propios momentos y condicionamientos físicos ke les hace excluyentes mutua y simultáneamente.

   Pues bien, entrados en madrazos, nuestros protagonistas del desencuentro en la Universidad del Valle, según algunos de sus actores lo refirieron, no se ahorraron en tortazos. Hasta hubo kienes siempre se han preciado, y así se les ha reconocido, como dialògicos, concertativos, fraternos; que terminaron por acoger los puños con su mejilla y pusieron la otra... de otro,morada, devolviendo los puñetazos. También armas (no se de ké tipo) se esgrimieron. El resultado fue tremendo, algunas personas se fueron de hospitalización. Y los odios, así, han sido inseminados, y hasta ke no se resuelva todo esto por las vías del diálogo y la asunción de las responsabilidades individuales por las ofensas y daños causados, la secuoya de la violencia, si me dispensan la analogía, promete desplazar toda otra semilla de nuestro campus. El àrbol del odio crece sòlo solo. (A pesar de lo ke diga la RAE es necesario mantener la tilde diacrìtica en estas palabras).

   Ad portas, pues, estaríamos de una Universidad de los Solos, lo ke de suyo es una contradicción, y en los términos, e insostenible como proyecto universitario-social. (¡Aunke la bolognización de la Universidad apunta en este sentido!)

   No obstante la anti-mezcla del diálogo y la violencia (física o directa), Sí es posible juntarlas en un mismo escenario y al mismo tiempo. De hecho nuestra realidad social està permeada por una institucinalización de la violencia sin caer en la ilegalidad, distinta a la propia de las formas estatales represivas y por demàs constrictivas del desarrollo de nuestra personalidad. No me meto en la infértil, para mi porpósito, discusión de si por naturaleza el ser humano es tal o cual otra cosa. Me kedo en el deleite ke algunos sentimos, a pesar de nuestra racionalidad (o kizàs por ella) del acto violento en carne propia o como espectador: toreo, futbol, rugby, boxeo..., pero también: ajedréz (jake mate: reducción de la violencia física a la representación de la misma por el inteligente artilugio de fichitas racistas) y etc. Y estos por poner algunos ejemplos modernos. Lo cierto es ke nuestra historia como especie humana està atravesada por el recurso a la violencia, ya como cuota ecológica (Malthus, Xitler, según alguna estirpe del pensamiento economicista), ya como choke de civilizaciones (Huntington), o ya como conservación interna de las sociedades y culturas (Girard). Por todos es bien conocidos las violencias rituales en las ke se congregaban miembros de una comunidad en actos ceremoniales en torno a una ofrenda sacrificial humana en honor a una deidad determinada.
 
   Nuestra violencia ha "progresado", tanto en su consideraciòn epistemològica, o en su razòn de ser, para ké usarla, cuándo sí o cuándo no, como en su recurso tecnológico. En este sentido tal desarrollo (no se cuán progresista) implicó una reticencia al uso de la misma: la guerra hoy por hoy, gracias al desarrollo tecnológico, entraña una devastación incomparable con la edad de bronce, o la primera y la segunda conflagraciones mundiales, por mencionar algunos referentes de "progreso".

   Así las cosas, cierro con una propuesta ke ya ha sido puesta en escena, en nuestra propia Universidad del Valle. Ante la imposibilidad y contraproducencia de la extirpación de la violencia directa de nuestra cotidianidad y su necesaria imbricación en la construcción de comunidad, es de considerar la posibilidad de canalizarla hacia su realización controlada y con la opción de participación activa o pasiva de las personas en comunidad, sin las consecuencias ingratas ke, dicho sea de paso, nos suelen traer los ritos de los tropeles u otro tipo de seudo-actos (ke no sean más ke eso) bélicos, por ejemplo. Esto es, reglada, una violencia acordada por las partes en confrontación o a confrontar, antes ke proto-reglas aleatorias emergentes en la praxis en caliente de la confrontación, con consecuencias, inclusive, fraticidas. Esto no es un descollo de originalidad, lo original será ponerlo en práctica nuevamente. La propuesta es la del RING. Esta se realizó hace un par de años y hace un año, contando con el respaldo y participación de distintas fuerzas vivas de la universidad. Consistió en la instalación de un ring de boxeo con reglas prestablecidas y previamente acordadas por las partes y un grupo de árbitros garante. Pero para ello se necesita honor y respeto, tanto por las reglas ke se pacten como por sus participantes. Una vez cansados y sin anikilarse mutuamente, las partes invocaron el diálogo como continuacióin del trámite de sus diferencias, no hasta desaparecerlas, sino hasta valorarlas como vitales para la edificación de una comunidad.

   La verdad sentida es ke muchas veces keremos agredir algo o a alguien; empezar a mediar un acuerdo de confrontación, incluso violento, puede ser un paso hacia el aprecio de akello ke vemos tan distinto y ajeno a nosotros, sin homogeneizarlo. Así, muy probablemente, rescatemos el sentido de una Universidad llena de colores y valiosas diferencias.


martes, 14 de enero de 2014

Carta de un profesor universitario a sus estudiantes



Cordial saludo a todos:

Quiero hacerles una reflexión de final de semestre. A quienes les pueda interesar.
Normalmente al final de los semestres para muchos estudiantes resulto ser el culpable de las falencias en notas y una relativamente alta mortalidad académica. Ya me acostumbré a ello, de cierta forma. A lo que me niego a habituarme es a los comentarios de pasillo y a las supuestas "acciones colectivas" que pretenden evitar ver algunas asignaturas conmigo, de las que suelo orientar y que están relacionadas con mis líneas de investigación  y mi producción académica. Se trata de acciones temerarias de algunos que piensan que eludiendo mis cursos podrán, por fin, graduarse. Otros buscan vías menos complicadas y más flexibles. Son estrategias de sobrevivencia explicables, pero cuestionables y que dicen mucho de la personalidad y la falta de autoestima de algunos estudiantes. 
Pienso que es una salida incorrecta y poco seria atribuirle al profesor la pérdida de una asignatura. ¿Se supone que el profesor es excelente, y "buen tipo", cuando nadie pierde las asignaturas y todos obtienen una buena nota, así no se trabaje de forma sistemática y seria y no se evalúe de forma gradual, progresiva y responsable?  Tampoco pienso que el otro extremo sea necesariamente lo adecuado. Si todos o la mayoría perdieran las asignaturas tal vez habría mucho que reflexionar. Lo que pienso es que existen muchas falencias acumuladas, grandes deficiencias en comprensión de lectura, en escritura y en contenidos específicos de la ciencia política. Es cierto que en esto el programa y los profesores tenemos la mayor responsabilidad. Pero esto no puede convertirse en una excusa para seguir reproduciendo un quehacer académico de muy bajo perfil, que no desarrolla las competencias intelectuales de forma coherente y sistemática, basado en el monolingûismo y en la "cultura" de la rehabilitación con opcionales, repeticiones y habilitaciones. Maratones de exámenes sin sentido y que devalúan la academia. La Universidad convertida en "centro de rehabilitación".
Comprendo que quienes pierden mis cursos alberguen cierto resquemor y resentimiento. Pero, no me asignen la culpa de sus falencias, que obedece, en algunos casos, al poco esfuerzo y dedicación y, en algunos pocos, al ánimo de graduarse a como dé lugar, la búsqueda de un título sin los méritos académicos correspondientes. Si existen objeciones a mis metodologías (o a las de otros profesores, por acción u omisión), a los contenidos, a las lecturas, a la forma de trabajo con base en las nuevas tecnologías interactivas, el espacio para discutirlo de forma franca y honesta es el salón de clase, no los correos, los corredores y las "iniciativas-solicitudes" para evitar las exigencias (que, además, siguen siendo mínimas en comparación con universidades con mayores estándares de calidad).
Ya ocurrió con algunos de ustedes cuando vieron anteriormente algún curso conmigo. Los invito a debatir y a argumentar, no a intentar amedrentar, o a hacer acusaciones fundadas en la desidia o en el intento de "graduarse a como dé lugar". Además de no ser una posición honesta, de reñir con las buenas formas de la academia que discute y debate con argumentos, puede colindar con el escarnio, la ofensa y el atentado moral. 
No estoy generalizando. Hay  muchos estudiantes  capaces y con un gran potencial. No obstante, me temo que están en posición de minoría y sus voces no se escuchan o no encuentran los espacios propicios para debatir y argumentar. El reto es intentar crearlos.  
Como se suele decir: por el árbol se puede perder de vista el bosque. Hay muchos problemas en el programa, no hay coherencia ni un sólido proyecto académicos, tampoco un ambiente intelectual que estimule e incentive a estudiantes y profesores. De acuerdo. Pero esto no se podrá superar sin diálogo franco, abierto y serio, y sin dedicación, disciplina y mucha exigencia de rigor y de trabajo, de lo cual estamos muy lejos. No  se resuelve con amenazas de "cartas firmadas", comentarios o insultos de pasillo hacia el profesor con que pierden los cursos. Por lo demás, esto tiene consecuencias y las responsabilidades no se pueden difuminar u ocultar detrás del anonimato, como ocurrió en el pasado reciente en el programa. Tampoco van a servir de chantaje para la connivencia y la "promoción automática". 
No. Por lo menos no en mi caso.
JD

viernes, 3 de enero de 2014

Duelo a kemaropa


Sí, el profe Sierra estaba muerto


    Delante de la familia Sierra fui un mudo, con pies y manos. No se trata de una exegesis de la soberbia, aunke pudiera serlo; tampoco de una recriminacion aunke algunos asi lo sientan; siento, mejor, ke no es mas ke el reconocimiento del poder de la razon, de la historia y nuestra realidad.

   El profesor Oscar Sierra (Psicologo de la Universidad del Valle), es decir, lo ke de El dejaron sus homicidas, fue hallado, por fin. Asi termina un suplicio y empieza otro, el del duelo necesario por su asesinato.

   Un duelo ke probablemente a todos o muchos nos duela, pero nos duele en grados diferentes, si se me permite decirlo de esta forma fria… y acertada. Sin ser familiar del profe Sierra, ni sikiera su estudiante, sin al menos haber cruzado nunca palabra con El, el dolor se siente y jamas es comparable con el grado del doble duelo ke tiene ke atravesar la familia Sierra o sus amigos cercanos. En suma, no sere kien para decir nada—y ya dije algo—del dolor de kienes soportan el secuestro, la desaparicion y homicidio de un ser amado.

    No obstante, me es posible reconocer ke la razon siempre estuvo del lado de kienes siempre la han tenido, de akellos “expertos”, sin oficio, en la historia criminal colombiana, misma contra la cual la familia se opuso desde el primer dia de enterada de la desaparicion del profesor Oscar, y ke apenas tuvo eco en unos pocos pares de manos y pies de la comunidad univalluna, para adelantar su buskeda, por la ke desde el principio se conmino y reclamo casi ke a oidos sordos y bocazas ligeras, ke sin la menor consideracion gritaron: futil, inutil, perdida de tiempo, esfuerzo y dinero… El ya ha de estar muerto. “Expertos”, sin manos, ni pies, sin oidos, sin credencial, por ejemplo, del Gaula (expertos, estos si, sin comillas,con mucho oficio y de gran valia, ke mantuvieron, en cambio, un silencio estrategico, esperanzador y crucial)… “Expertos” de grandes bocas supurantes de razon. Estos tuvieron siempre la razon: el profesor Oscar ya estaba muerto.
   
   Reitero, cada kien en su grado de dolor, el mio me revierte sobre opinadores, doctores del discurso, del hacer dictando kehacer, sentados, entregados y cansados, porke tal cual es la realidad colombiana y contra ella no se puede hacer mas, sino padecerla.

   Tal parece pues, no solo los delincuentes roban, matan, del muerto tambien comen, y junto a ellos innombrables “dolientes” de kienes desconozco, ni me interesa, su grado de dolor.

    Amor y Fortaleza a la familia del profesor Oscar Sierra.


Pd. : teclado anglo, excusas por la ausencia de tildes.