PARTE I
El rango de colombianos agredidos por el ESMAD de la policía va de 1 de cada 10 a 1 de cada 100 colombianos. La agresión constituye desde una afectación con gases lacrimógenos accionados sin la consideración humanista y técnica, pasando por golpes y fracturas, hasta llegar a asesinatos de distintas formas, CON PERDIGONES, A BALA, A GOLPES... Y todo es orkestado como conspiraciones entre gobiernos y grandes empresarios contra sectores poblacionales ke tienden a ser o son excluídos o marginalizados sociales.
El gobierno, los padres de la patria, ungidos por Minerva, considerarían como solución a la agresión la disminución de la población colombiana, antes ke el desmonte de ese escuadrón antidisturbios ke ha resultado letal. Y sus lógicas, como gobernantes, kedarían intactas: a menor población, menor lesionados, menor los asesinatos cometidos por la fuerza pública.
En los casi 10 años ke lleva de vida (y muerte) este escuadrón se ha visto relacionado con por lo menos 10 asesinatos. Nunca se ha producido una condena, aunke se hayan encontrado méritos para abrir procesos penales contra sus miembros y, a decir verdad, suficientes pruebas como para encontrarlos responsables. Tal como en los casos NIcolás Neira, Oscar Salas (Bogotá) y Johnny Silva, por mencionar los ke mejor conozco.
Creo ke en un país decente, de gobernantes y gobernados decentes, uno sólo de estos casos diera para desvirtuar la razón de la existencia de una fuerza pública así, máxime si el principio por el ke se supone guían su accionar es el de proteger y servir.
En nuestro país, ke talvez no sea indecente, pero por lo vivido no aseguraría ke fuera decente, las cosas son así. Aunke no nos merecemos esta fuerza pública --y ojalá tuviéramos una guerrilla de verdad, en lugar de otra fuerza violenta ilegal con ánimos de volverse legal a punta de intentar anikilar a la legal--, abyectos la padecemos.
No obstante, parece ke un extremo dolor aderezado de prolongada pena abona las voces contra tales injusticias, contra la impunidad. Una de esas voces la encontramos en la Universidad del Valle con la familia de Johnny SilvaAranguren, asesinado por el ESMAD el 22 de septiembre de 2005...