lunes, 7 de julio de 2014

Brasil: la pesadilla del Dr. Sócrates

No todo cambio es para mejorar. El fútbol ke esta selección Brasil practica es la constatación de ello. Si el Doctor del futbol de los 80 viviera, se alcoholizaría hasta la intoxicación fatal, no soportaría tener ke ser testigo de una selección brasilera cuyos protagonistas son la defensa, el malarte de jugar a las patadas y, en suma, la transformación del futbol en "jogo feito".
El "Doc" en acción.
Brasil, a pesar de todo--y por sobre todo-- pueda llegar a ser campeón; pero de darse su hexacampeonato, pasaría a la historia como la máxima afrenta al futbol. 

Se dirá ke lo ke hemos visto de esa selección hace parte del futbol (¿moderno?). Pero lo ke es indecible es ke eso ke hoy hace la selección Brasil tenga ke hacer parte del futbol de Brasil. La ignominia ke constituye la práctica de este onceno pasaría un poco más inadvertida si este "equipo" fuera eliminado del torneo. A ojos vistas, el ke haya logrado avanzar hasta fase de semifinales no es más ke la combinación afortunada --para ellos-- de diversos factores: intereses supra-deportivos, arbitrajes amañados localistas, tiros en el palo de su rival al último segundo, moler a pata a sus contendores, echar dos balones a la cancha, reventarlos a las tribunas, hacer tiempo y otras típicas de un futbol otrora impracticable por los de la verdeamarela.

 Posiblemente el sacrilegio ke el onceno de Felipao hoy prodiga les dé para levantar la copa; de ser así, ello no sería más ke la confirmación de la realización de la pesadilla de Sócrates: la conversión del futbol en la sumatoria de patadas (al balón y a los rivales) para traspasar una línea de gol; desechando el arte de la sutileza, de la creatividad, de la caricia al balón, del juego en equipo para encantar y enamorar, de un arte en el que el gol fuera la coronación del sueño del Doctor Sócrates.

Pd.

¿Es una coincidencia el kinto puesto ocupado por la selección Brasil de los mundiales España-82 y México-86, y el mismo lugar ocupado por la selección ke en Brasil-2014 le hace honor al sueño del Doc., la selección Colombia?

Lo ke era el JOGO BONITO (CLICK)

jueves, 3 de julio de 2014

Un gol al Valonhalla

El cabezazo fue puesto en el pecho. Del cerebro al corazón. Y la surda, surdazo, convertida en pincel, mojó de esbelto color el lienzo del Maracaná. El fútbol es un arte: Jamés Rodriguez (no lo dijo; lo ha hecho).

Lego James "Maravilla" Rodrìguez

Si por inciertos avatares, de James se olvide su nombre, al contrario, sin importar el infausto salitre del tiempo que pervierte la memoria, su magna obra de arte prevalecerá como hito que reedita la posibilidad de la inmortalidad de estos simples mortales forjadores de sueños a pie. A pie, no a patadas. "El fútbol debería ser jugado sólo por delanteros", bien sentenció otro sabio hacedor de pinceles de sus pies, Sócrates (el Doctor ke se atrevió a impulsar la democracia en plena dictadura brasilera), cuya inmortalidad al lado de la de Pelé (el futbolista, no el bobo útil de FIFA y Mastercard), Maradona, Zico, Platini (ìdem Pelé), Zidane, Rossi, Cruyff... están aseguradas.

El futbol no siempre ha sido así. Al contrario, se ha caracterizado por el sometimiento del cómo al resultado, cueste lo que cueste, renunciando a la filigrana, el encanto, el amague, el dribling o meleo... y la ilusión. Es de suponer que si la constante fuera la maravilla de los dioses mortales de la zurda, no existiriamos amantes del arte del futbol, hastiados de tantas mieles. Entiéndase, compleméntese, pues la sentencia utópica del gran Sócrates: sin hacheros, leñeros defensores, destructores, sin los de pata; aquellos delicados artistas de la surda no descollarían en el templo del Valonhalla.

En estos tiempos modernos ke ya Kafka y Chaplin denunciaban como contrarios a la emancipación humana, ha sido el futbol ansia de liberación. Un hincha grita sus frustraciones cotidianas, su sometimiento laboral, su alienación, rasga sus vestiduras y rompe sus cadenas por el efímero grito de gol. Pero cuando un gol es algo más que la redonda traspasando esa linea en el suelo paralela al travesaño, cuando es, además, pasaporte a la eternidad, soplo de vida a la red, con el que cobra vida la misma ilusión de la libertad, el grito de gol es gooooooooooooooooool, hasta vaciar los pulmones, tan largo como más no alcanza el aire, pues nadie quiere bajarse del viento que le hace volar.

Y un goooooooooooool así, como el de James Maravilloso Rodríguez, reedita la esencia del ser humano: sueño de libertad.

Gracias James por ese instante de eternidad, un gol ke enmarcará el templo del Valonhalla y vivirá en nosotros por los siglos de los siglos.