El cabezazo fue puesto en el pecho. Del cerebro al corazón. Y la
surda, surdazo, convertida en pincel, mojó de esbelto color el lienzo
del Maracaná. El fútbol es un arte: Jamés Rodriguez (no lo dijo; lo ha
hecho).
Si por inciertos avatares, de James se olvide su
nombre, al contrario, sin importar el infausto salitre del tiempo que
pervierte la memoria, su magna obra de arte prevalecerá como hito que
reedita la posibilidad de la inmortalidad de estos simples mortales
forjadores de sueños a pie. A pie, no a patadas. "El fútbol debería ser
jugado sólo por delanteros", bien sentenció otro sabio hacedor de
pinceles de sus pies, Sócrates (el Doctor ke se atrevió a impulsar la democracia en plena dictadura brasilera), cuya inmortalidad al lado de la de Pelé
(el futbolista, no el bobo útil de FIFA y Mastercard), Maradona, Zico, Platini (ìdem Pelé), Zidane, Rossi, Cruyff... están aseguradas.
El futbol no siempre ha sido así. Al contrario, se
ha caracterizado por el sometimiento del cómo al resultado, cueste lo
que cueste, renunciando a la filigrana, el encanto, el amague, el
dribling o meleo... y la ilusión. Es de suponer que si la constante fuera la
maravilla de los dioses mortales de la zurda, no existiriamos amantes
del arte del futbol, hastiados de tantas mieles. Entiéndase, compleméntese,
pues la sentencia utópica del gran Sócrates: sin hacheros, leñeros
defensores, destructores, sin los de pata; aquellos delicados artistas
de la surda no descollarían en el templo del Valonhalla.
En estos tiempos modernos ke ya Kafka y Chaplin denunciaban como contrarios a la emancipación humana, ha sido el futbol ansia de liberación. Un hincha grita sus frustraciones cotidianas, su sometimiento laboral, su alienación, rasga sus vestiduras y rompe sus cadenas por el efímero grito de gol. Pero cuando un gol es algo más que la redonda traspasando esa linea en el suelo paralela al travesaño, cuando es, además, pasaporte a la eternidad, soplo de vida a la red, con el que cobra vida la misma ilusión de la libertad, el grito de gol es gooooooooooooooooool, hasta vaciar los pulmones, tan largo como más no alcanza el aire, pues nadie quiere bajarse del viento que le hace volar.
En estos tiempos modernos ke ya Kafka y Chaplin denunciaban como contrarios a la emancipación humana, ha sido el futbol ansia de liberación. Un hincha grita sus frustraciones cotidianas, su sometimiento laboral, su alienación, rasga sus vestiduras y rompe sus cadenas por el efímero grito de gol. Pero cuando un gol es algo más que la redonda traspasando esa linea en el suelo paralela al travesaño, cuando es, además, pasaporte a la eternidad, soplo de vida a la red, con el que cobra vida la misma ilusión de la libertad, el grito de gol es gooooooooooooooooool, hasta vaciar los pulmones, tan largo como más no alcanza el aire, pues nadie quiere bajarse del viento que le hace volar.
Y un goooooooooooool así, como el de James Maravilloso Rodríguez, reedita la esencia del ser humano: sueño de libertad.
Gracias James por ese instante de eternidad, un gol ke enmarcará el templo del Valonhalla y vivirá en nosotros por los siglos de los siglos.
¿Y si no recordamos tanto? ¿Y si no duramos tanto? Celebro contigo, como si fuera una eternidad
ResponderEliminarCelebramos
ResponderEliminar