viernes, 3 de enero de 2014

Duelo a kemaropa


Sí, el profe Sierra estaba muerto


    Delante de la familia Sierra fui un mudo, con pies y manos. No se trata de una exegesis de la soberbia, aunke pudiera serlo; tampoco de una recriminacion aunke algunos asi lo sientan; siento, mejor, ke no es mas ke el reconocimiento del poder de la razon, de la historia y nuestra realidad.

   El profesor Oscar Sierra (Psicologo de la Universidad del Valle), es decir, lo ke de El dejaron sus homicidas, fue hallado, por fin. Asi termina un suplicio y empieza otro, el del duelo necesario por su asesinato.

   Un duelo ke probablemente a todos o muchos nos duela, pero nos duele en grados diferentes, si se me permite decirlo de esta forma fria… y acertada. Sin ser familiar del profe Sierra, ni sikiera su estudiante, sin al menos haber cruzado nunca palabra con El, el dolor se siente y jamas es comparable con el grado del doble duelo ke tiene ke atravesar la familia Sierra o sus amigos cercanos. En suma, no sere kien para decir nada—y ya dije algo—del dolor de kienes soportan el secuestro, la desaparicion y homicidio de un ser amado.

    No obstante, me es posible reconocer ke la razon siempre estuvo del lado de kienes siempre la han tenido, de akellos “expertos”, sin oficio, en la historia criminal colombiana, misma contra la cual la familia se opuso desde el primer dia de enterada de la desaparicion del profesor Oscar, y ke apenas tuvo eco en unos pocos pares de manos y pies de la comunidad univalluna, para adelantar su buskeda, por la ke desde el principio se conmino y reclamo casi ke a oidos sordos y bocazas ligeras, ke sin la menor consideracion gritaron: futil, inutil, perdida de tiempo, esfuerzo y dinero… El ya ha de estar muerto. “Expertos”, sin manos, ni pies, sin oidos, sin credencial, por ejemplo, del Gaula (expertos, estos si, sin comillas,con mucho oficio y de gran valia, ke mantuvieron, en cambio, un silencio estrategico, esperanzador y crucial)… “Expertos” de grandes bocas supurantes de razon. Estos tuvieron siempre la razon: el profesor Oscar ya estaba muerto.
   
   Reitero, cada kien en su grado de dolor, el mio me revierte sobre opinadores, doctores del discurso, del hacer dictando kehacer, sentados, entregados y cansados, porke tal cual es la realidad colombiana y contra ella no se puede hacer mas, sino padecerla.

   Tal parece pues, no solo los delincuentes roban, matan, del muerto tambien comen, y junto a ellos innombrables “dolientes” de kienes desconozco, ni me interesa, su grado de dolor.

    Amor y Fortaleza a la familia del profesor Oscar Sierra.


Pd. : teclado anglo, excusas por la ausencia de tildes.

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